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El proyecto impulsado por la Comunidad Europea cada vez tiene más aceptación en Cataluña, donde aumentan las calderas de gas y biomasa
La evolución de la sociedad hacia un modelo más sostenible y amigable con el medio ambiente se puede observar desde distintos prismas. Cada vez proliferan con más éxito los vehículos híbridos y eléctricos, y también la burocracia digital se está haciendo un hueco casi omnipresente en las distintas administraciones. Pero dicho progreso es muy palpable, por otro lado, en los propios domicilios.
En este sentido, cada vez son más las familias que calientan su hogar con calderas de gas y biomasa, sobre todo a raíz del plan renove impulsado hace un par de años por la Comunidad Europa, que conllevaba una serie de ayudas a la compra de dichas calderas con el objetivo de sustituir otros combustibles más propios de épocas pasadas como el carbón o el gasoil.
La medida, bien adherida a países como Austria o Dinamarca, naciones pioneras en Europa en lo que se refiere a evitar el uso de calderas contaminantes, se está comenzando a instaurar con fuerza en España, donde por ejemplo el año pasado el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, dedicó una partida de hasta 1,4 millones de euros para la sustitución de las antiguas calderas por otros de gas natural destinadas a hogares y comercios. En total, se beneficiaron unas 9.000 personas.
Pero más allá del territorio madrileño, lo cierto es que la consolidación de las nuevas calderas es visible en todo el país. Y más en concreto en Cataluña, donde la conciencia social acerca del medio ambiente es fuerte y consistente y cada vez son más los ciudadanos que tienen la idea de cambiar la caldera de gas en Barcelona o Girona, por ejemplo. Un proceso, este, que con la ayuda de las nuevas tecnologías resulta más práctico y sencillo que en años pretéritos: solo falta detallar el proyecto del cambio de caldera, el equipo técnico en cuestión recibe dicho informe, prepara el presupuesto y, si existe entendimiento, se procede al cambio en cuestión de poco tiempo.
Dinamarca, referente
Sin duda, el país danés se ha convertido desde hace tiempo en un espejo a seguir en lo que se refiere a políticas ecologistas y medioambientales. Buena parte de ello se debe al Plan Energético 2017-2020, que tiene como objetivo aprovechar al máximo los recursos locales para evitar la contaminación y la importación de electricidad y petróleo. Dentro de este plan, no obstante, hay otros aspectos relevantes, como por ejemplo que más de la mitad de la energía consumida debe ser renovable o que se produzca un 34% menos de emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con el 1990.
