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Este calzado, que permite correr como si fuéramos descalzos, tiene cada vez más seguidores en nuestro país
No son ni una moda ni tampoco un simple capricho para obtener más rendimiento, sino una auténtica realidad. Las zapatillas minimalistas cada vez tienen más presencia entre los deportistas de todo el mundo, y no faltan razones para justificar este auge notorio que tiene buena parte de sus orígenes en un triatleta español.
El gallego Iván Raña, doble campeón europeo en triatlón, empezó a correr descalzo y provocó en cierto modo un nuevo movimiento hacia el minimalismo, dado los beneficios que correr descalzo (o casi descalzo) puede generar a los protagonistas. Dentro de esta corriente existen las zapatillas minimalistas, cada vez más apreciadas y cada vez más perfeccionadas. Su definición es concisa: un calzado deportivo con la suela y la parte superior muy flexibles y un peso ínfimo, de 200 gramos o menos, con un grosor de talón de 20 milímetros -o incluso menos- y una diferencia de talón a punta de, como mucho, 7 milímetros.
Ahora bien: ¿a qué se debe su apogeo? Decía el célebre Leonardo da Vinci que el pie humano es una “obra maestra de la ingeniería”. Una obra de arte, vamos. Dicha sentencia deja entrever que su propia anatomía ya es un tesoro, y que por lo tanto, si se trata de conseguir el mayor rendimiento, no hace falta revestirlo de grandes capas. Y este es, precisamente, el principal valor diferencial del calzado minimalista. Y no lo dice cualquiera: un estudio de la prestigiosa Universidad de Harvard defiende el uso de correr descalzo o con zapatillas minimalistas, alegando que dicha práctica genera más beneficios porque, entre otros motivos, obliga al pie a posarse en el suelo desde el centro, reduciendo así el impacto.
Ahora bien, todo conlleva un proceso. Para familiarizarse con estas zapatillas es necesario, primero de todo, ir con calma. Esto significa que los primeros metros se deben hacer a ritmo bajo, para dejar que el propio cuerpo, y en especial los pies, se adapten a la nueva situación de libertad y, también, al nuevo tipo de impacto. La evolución será rápida y efectiva, y en poco tiempo se notará una mejora en el equilibrio y la propiocepción, así como un evidente fortalecimiento de los músculos, los tendones y los ligamentos.
