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Todo aquel que entorpezca, actúe o hable contra el proces se convertirá en un no catalán
En medio de la marabunta de información de los atentados en Barcelona y Cambrils han amanecido algunos datos claros, muy claros. No hablamos de las peripecias de los Mossos d'Esquadra, brillantes en la calle complemente inútiles en los despachos. Un tema que, por cierto en los próximos días, saltará a la luz con fuerza. Tampoco hablamos de las lagunas de las versiones oficiales, o incluso de las típicas preguntas que cualquier ciudadano podría hacerse. Por ejemplo, ¿qué hacen unos jóvenes de Ripoll en Alcanar, a casi 300 km de distancia?, o ¿por qué cinco juntos y uno separado?.
Retrocedamos unas semanas a los atentados. Según la mayoría de políticos independentistas, por no decir todos, cualquier persona que viviera en Cataluña podría considerarse catalán. En el caso de los terroristas identificados no es que vivieran sino que en la mayoría de los casos habían sido completamente educados en Cataluña. Incluso alguno había nacido aquí. Pese a ello busquen en algún medio de comunicación una referencia a la catalanidad de los terroristas. Creo, sin equivocarme, cero.
Es decir, cuando hubo el pseudo referéndum del 9N se permitió votar a todos los afincados en Cataluña. No había día que desde la época de Pujol se recordaba que todos aquellos que vivían en Cataluña podían considerarse catalanes. Todo así... hasta que unos jóvenes decidieron hacer volar una parte de Cataluña. Ese día ya no eran catalanes, a lo sumo marroquíes o españoles. La catalanidad no se perdió en su educación pública en el sistema educativo catalán, sino en su decisión de hacer actos contra los que el catalanismo no estaba preparado.
Desde ese día, además de su vida, perdieron su “supuestamente consolidado” origen. Ese lugar donde muchos medios escriben estaban bien adaptados se suma en el olvido de los sin recuerdos. Ese lugar donde les decían que eran necesarios. Ese lugar donde les llevaban a votar al 9N o al futuro 1-0 bajo la promesa de una mejor vida. Todo eso se perdió, estos ya no son catalanes.
Curioso porque de la misma forma que unos iluminados conceden la licencia de catalán, empezando por Puigdemont y sus acólitos, esta es eliminada sí tus actos no se corresponden al bien teóricamente común. Cataluña debe ser el primer lugar del mundo donde la “nacionalidad” se pierde con tus actos. En el nuevo país no habrá terrorista, ni delincuentes, ni nadie que se oponga a cualquier decisión de los lideres supremos. Simplemente no serán, no seremos, ya catalanes. Supongo esa tendencia de convertir en otra cosa a los catalanes de nacimiento y de adopción es la consecuencia lógica de un proceso de adoctrinamiento donde el supremacismo de una idea quiere imponerse contra toda lógica, y peor aún contra toda ley.
El tiempo dirán si actos tan viles como los atentados de Barcelona y Cambrils son fruto exclusivamente de esos nuevos no catalanes, o si tenemos algún implicado con un origen más difícil de esconder. Entre todas las noticias y las no noticias de estos días debemos tener claro que la definición de catalán y no catalán ha quedado clara. Todo aquel que apoye en vida al proces será investido como catalán. Todo aquel que entorpezca, actúe o hable contra el proces se convertirá en un no catalán. La nueva Cataluña sólo tendrá gente fiel, adeptos.
Quienes somos catalanes y quienes no somos catalanes ya no depende de vivir en Cataluña como antaño se indicaba. Ahora da igual ser educado, trabajar en Cataluña o incluso nacer en Cataluña. Ahora, y más que nunca, esa dicotomía será definida por tu comportamiento. Por si alguien no lo ha entendido, desde hace unos días, hemos entrado en la nueva era de la ciencia ficción catalana. Ya ni sabemos que somos.
