Antes de que los cielos se llenen de coches voladores -desde Google a Uber vaticinan que la gesta se producirá más pronto que tarde-, el sector automovilístico continua evolucionando con pase firme y, aunque los augurios del escritor Isaac Asimov todavía no se han cumplido -auguró que en el 2014 los vehículos se elevarían un par de pies sobre el suelo-, sí que es cierto que el diseño futurista se ha implantado con fuerza y firmeza en el mundo de las cuatro ruedas.
Antes de que los cielos se llenen de coches voladores -desde Google a Uber vaticinan que la gesta se producirá más pronto que tarde-, el sector automovilístico continúa evolucionando con paso firme y, aunque los augurios del escritor Isaac Asimov todavía no se han cumplido -auguró que en el 2014 los vehículos se elevarían un par de pies sobre el suelo-, sí que es cierto que el diseño futurista se ha implantado con fuerza y firmeza en el mundo de las cuatro ruedas.
Una de las tendencias que justifican este guiño vanguardista y moderno se halla en el diseño de los automóviles, cada vez más ideados desde el punto de vista de la aeronáutica. En este sentido, son muchas las marcas que han sustituido su chasis compacto por enormes filigranas inspiradas en los cielos, y de hecho algunas firmas tienen precisamente sus orígenes en el sector aeronáutico.
También es cierto que muchos de los proyectos han quedado en el tintero, esbozos de coches del futuro que nunca han llegado a ver la luz. Pero hay otros que sí han apostado hasta el final por el nuevo rumbo de la automoción. Y este es, precisamente, el caso de DS Automóviles, con el rompedor último modelo Citroën DS5 a la cabeza.
Futurista y exclusivo, el micromundo del DS5 es un espacio donde todo se sale de lo corriente, desde su gran calidad de interiores hasta su potente motor, tan rabioso como silencioso. Es, en definitiva, el coche del futuro.
Un vehículo genuino
Más allá de su aspecto exterior, las reminiscencias de la filosofía aeronáutica se dejan notar claramente en el interior del coche, concretamente en su parte superior, donde un túnel central alberga distintos dispositivos como los mandos del techo o dos guanteras, una en cada lado, que nos recordarán los espacios donde los viajeros dejan su equipaje de mano durante un trayecto aéreo.
Pero éste no es un viaje cualquiera. La sensación, cuando uno accede al interior del DS5, es que el lujo, de forma contenida, se ha apoderado del ambiente. Hay motivos que así lo transmiten: desde la gran calidad de los materiales -tanto en el cuero usado como en los plásticos acolchados o las molduras decorativas- hasta las butacas amplias y cómodas o la ubicación de los mandos, muy diferente al de los coches convencionales, donde resalta una pantalla multifunción de siete pulgadas o un cuadro de instrumentos fragmentado en tres partes: el velocímetro en el centro y el cuenta-revoluciones y el ordenador de a bordo a los lados.
La personalidad elegante y poderosa que se palpa en el interior también se convierte en el principal atributo del aspecto externo. A medio camino entre una berlina y un monovolumen, la joya de DS ofrece una carrocería de cinco puertas de diseño muy elaborado, con luces delanteras divididas en tres grupos ópticos, una parrilla dividida con criterio o unos estéticos perfiles cromados que recorren los laterales del capó, desde las ventanillas hasta los faros. ¿El resultado? Un automóvil genuino, con personalidad propia y que de buen seguro hará volar bien alto a sus afortunados conductores.
Autor: Redacción
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