Los amantes de los aparatos electrónicos cuentan con un ramillete muy amplio de posibilidades a la hora de hacerse con nuevos dispositivos gracias a las nuevas tecnologías, aunque también es cierto que desde hace algunos años se mantiene la inclinación hacia algunas opciones que habían quedado relegadas a un segundo plano.
Ejemplo de esto último son las denominadas cafeterías con reparación, un concepto que combina el arreglo de dispositivos electrónicos averiados y la tertulia entre iguales con café en mano. Estos espacios están ideados para disminuir los efectos de la obsolescencia programada, intentando de esta forma que el usuario no se vea obligado a adquirir dispositivos nuevos innecesariamente. De igual modo, su función también pasa por mantener en activo aquellos artilugios electrónicos de otra época a los que se profesa cierta nostalgia.
En esta misma línea, otras de las tendencias a la que se adscribe la electrónica de consumo es la apuesta por el mercado de segunda mano. Internet está repleto de páginas especializadas. Los usuarios encuentran aquí grandes oportunidades a precios más reducidos, aunque contando con la tara de haber pasado por varios usos previos. Es por esto que es preciso extremar la precaución, pues aunque es posibles ahorrar, no es menos posible toparse con artículos que puedan estar defectuosos o sin un mínimo de garantía.
Tendencias más novedosas
A pesar de los beneficios que plantean actividades como el arreglo de los aparatos o la inclinación hacia el mercado de segunda mano, tal vez no sean las formas más eficaces y plenas de disfrutar de la electrónica de consumo. No en vano, si la pretensión del usuario pasa por encontrar un producto exclusivo en Internet o hacerse con las novedades más recientes, los escenarios vistos anteriormente no están a la altura de proporcionar una oferta acorde a este tipo de necesidades.
A partir de ahí, es conveniente aclarar un poco el horizonte que empezamos a vivir y que nos espera en relación con la electrónica. En este sentido, la tecnología prosigue con su tentativa de abarcar todos los espacios posibles con su presencia y desplegando sus tentáculos de utilidad en la vida cotidiana. De esto se encarga por ejemplo la tecnología wearable, cuya misión consiste precisamente en integrar toda clase de aparatos electrónicos en el cuerpo a través de la ropa o los complementos. De esta forma, podemos encontrar multitud de utensilios que ya encuentran participando en esta senda, como por ejemplo relojes, collares, pulseras deportivas, gafas o pantalones vaqueros, entre otros.
En este contexto, surge con igual fuerza y pretensión de afianzarse el conocido como Internet de las cosas, es decir, ese concepto que consiste en mantener conectados todos aquellos objetos de uso cotidiano, como dispositivos o electrodomésticos, con el fin último de satisfacer las necesidades de quien los posee y hacerle la vida más fácil. Así, es posible imaginar frigoríficos que hacen la lista de la compra, luces que iluminan por sí solas cuando procede o sensores que avisan al fontanero cuando hay un escape de agua. Las posibilidades son ilimitadas.
Un perfil definido
Ante tal situación, surge la duda de saber qué tipo de perfil es el mayoritario cuando se trata de mostrar interés e involucrarse directamente en este tipo de movimientos. La electrónica de consumo se ha convertido en la categoría más buscada cuando hablamos de relaciones comerciales a través de Internet.
Atendiendo a esto, podemos entender que sean las personas menores de cuarenta años las que más actividad registran en este sector. No en vano, resulta que la compra de tecnología en formato virtual ha desbancado de los primeros puestos a la actividad desarrollada por las tiendas físicas. Se trata de un auge imparable que ya plantea debates intensos sobre el futuro a corto plazo. Este conjunto de personas constituye a día de hoy el 30% de la población y el 45% de quienes realizan compras en Internet, un espacio que no deja de crecer.
Autor: Redacción
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