Una de las expresiones que más hemos repetido en estos años es la 'catalanización de la política española'. Hoy, con el discurso de Patxi López, ha quedado refrendada.
Al escuchar al diputado socialista, es como si en su momento hablara el independentismo; te cautiva con las virtudes de sus verdades. En Cataluña, era necesario contar con medios de comunicación como altavoces del mensaje. Todo su discurso destila amor y buen hacer.
El mensaje es exclusivamente comunicación y comunicación. Hay mentiras en medio del mensaje lanzadas para creer en un bien mayor. Allí era la independencia; aquí, el progresismo. Si no eres partícipe, eres el raro, el que no quiere el bien del rebaño, el que debe ser aislado.
Siguiendo el modelo catalán, ¿qué hay detrás? Pues la nada, la improvisación. Nada estaba preparado, y los balbuceos en la caída llorona.
Como en Cataluña, no se puede combatir solo desdiciendo lo dicho; se combate contra informando. Juegan con la comunicación como hacen ellos. Parten de mentiras, y si entramos a discutir su discurso, perderemos. ¿Quién puede negar que la democracia es votar? Ese es el problema.
Como sucedió durante muchos años en Cataluña, no se puede discutir con alguien que desinforma con los medios a su favor. Es agotador y un error de concepto.
Allí trabajamos, fue un proceso más lento, desmontando la base. Explicando que aquellos que vendían la buena vida eran realmente falsos líderes. Nos referimos a los Mas, los Puigdemont, Borras e incluso Nogueras.
Desmontar sus vidas, sus historias, contra informar sobre sus actos y sus supuestas verdades. Y al final, muchos no les creyeron, y un día cayeron de golpe. Recuerden, acabaron delante de un juez. Por cierto, ¿qué hay de más democrático?
Al final, esto no va de política, va de información, desinformación y contra información. Y muchos, empezando por PP y Vox, jamás lo han entendido. Jamás olviden que Cataluña fue una experiencia y aprendizaje; en la actual España, es solo cuestión de aplicarlo. Allí estábamos solos, aislados; aquí, solo es cuestión de voluntad y, por supuesto, de conocimiento. Algunos dudamos que nuestra clase política entienda el mensaje.
Autor: Carles Enric